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8 de febrero de 2010

Una flor de loto tiene sus raíces en el lodo.
No puede crecer sin el barro y sin embargo
sus pétalos son de un blanco impecable.
Así es el desapego:
es estar cerca de lo que uno más desea desprenderse,
liberarse y usarlo para crecer, sin apartarse de nada.
En nuestra propia personalidad, por lo general,
hay aspectos de los que nos somos conscientes o que
no nos gustan y los distorsionamos
convirtiéndolos en algo atractivo.
De ahí que cuando una persona trabaja duro,
a menudo indica temor a la disconformidad.
Esto es lo contrario del desapego, es decir,
es hacer algo no por lo que vale la pena
sino para engrandecer la propia posición personal.


La flor de loto no transforma el lodo en ninguna cosa.
El lodo es lodo y sin embargo tiene los elementos
nutritivos necesarios para el crecimiento de la flor.

Lo mismo nos pasa a nosotros.
Estamos en una situación que no nos gusta,
“en el lodo”

y sin embargo es tal vez la situación más seguro que existe,
si sólo pudiéramos reconocerlo, sin distorsionar la situación,
permitiéndole que nos haga crecer.
Por otra parte, podemos querer liberarnos de alguna persona
y estar solos pero de alguna manera
nos encontramos atrapados en esa relación.
La persona que tenemos al lado es probablemente
el mejor profesor que podríamos encontrar,
si sólo pudiéramos ver el elemento nutritivo de su presencia
y reconocer que quizás estamos poniendo atención
a un aspecto muy secundario de su personalidad,
ignorando el resto del mismo.

El desapego es una gran virtud.
Trae consigo seguridad emocional,
realismo y frescor ya hace que otras personas
se sientan libres con uno;
libres de ir y venir, sin ceremonias.
Pero en el momento que uno deja de amar la vida,
el desapego se hace imposible porque
uno comienza a aferrarse a las cosas que te ayudan.

Humildad

La humildad no descarta nada sino que
toma en serio hasta las cosas insignificantes.
Es reconocer todo lo que se presente en la vida y,
que lo que se encuentre en frente a uno
se ha de respetar como algo que le hará avanzar;
es reconocer que dentro de lo grande a veces
hay poco pero dentro de lo pequeño a menudo
se encuentra una enormidad.
La humildad es excepcional porque para tenerla
no se ha de desear nada.


Si uno la tiene lo consigue todo.



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