Por un lado, durante la primavera pero sobre todo en el verano, la producción de feromonas y hormonas del bienestar aumentan tanto en hombres como mujeres, provocando mayor atracción.
Del lado mental, en el verano estamos más relejados ya que por un rato dejamos a un lado la rutina y las preocupaciones, disponemos de más tiempo libre, tenemos la oportunidad de integramos a un ambiente liberador y desinhibido que nos permite estar más en contacto con nuestro cuerpo y sus necesidades; ponemos más atención a los estímulos del exterior, por lo que nuestros sentidos aumentan su intensidad.

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